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WELTARE

Lo primero que llama la atención es la alegría. Todo parece estar inundado por una especie de aura que llena los habitáculos de un edificio que pasa desapercibido en la calle. La luz es como si naciese de los gestos risueños de las personas que entran por la puerta principal, en la planta baja. Sobre la entrada se asoman las copas de los naranjos que ya han dejado morir sus flores. Bajo sus sombras esperan tres jóvenes con sus mochilas, charlando. Son las nueve y media de la mañana de un día cualquiera de verano.

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¡Buenos días!, les dice Yolanda a cada uno que entra.

 

Ahora van por turnos. Alfabetización entra a las nueve y cada veinte minutos los siguientes niveles respectivamente, de forma que quienes acuden a Nivel 3 entran a las diez. Se debe seguir el protocolo. Hay quienes tardan cinco minutos en llegar al centro, otros, en cambio, tardan un poco más. Bright llega a la clase con la camiseta de la selección española de baloncesto, antes ha tenido que coger un autobús desde Camas hasta Plaza de Armas, y desde la Plaza del Duque la línea 27 para bajarse en una de las entradas del barrio de Sevilla Este. Bright tiene una especie de pendiente en su pelo, dice que se llama bit. Camas, ¿cómo se llama el alcalde de Camas?, pregunta Blaise que también viene desde allí todos los días. Los dos, junto a Mohamed, son quienes llegan al Nivel 2 desde Ozanam, un recurso social de acogida mayoritariamente para personas inmigrantes. El Proyecto Nazaret tiene un convenio con ellos, también con Casa Mambré, Casa Beraká y próximamente con las hermanas claretianas. Estas son las llamadas casas de segunda acogida, cuyas personas acuden a la formación del Centro Nazaret u otros servicios como asistencia jurídica. A Blaise le gusta cuidarse. Dice que hay que comer mucha verdura, mucha fruta y hacer deporte. Está hecho un figurín, pero aún así piensa que puede adelgazar un poco más. Dice que aquí comemos demasiada grasa. ¡Que se lo digan a los americanos! Poco hay que envidiar cuando Habiba enseña la comida típica de su país, Marruecos. Lleva pollo, legumbres, huevo duro, patatas y cuscús. Es la una de la tarde y el apetito empieza a empujar. Habiba es la única mujer de la clase y acude al centro de manera particular; es decir, no pertenece a ninguna casa de acogida. Es risueña y lo que coloquialmente se dice parlanchina; porque hablar, le gusta hablar. Ella se ríe y eso es otra de las cosas extraordinarias que llama la atención de este sitio, aquí todos ríen. Junto a Habiba, Mohamed, Bright y Blaise están Tarik, Aissa, Youcef y Nango. Ellos ocho forman parte del grupo de Nivel 2 de español. Estos últimos son residentes del Proyecto Nazaret, porque viven en uno de los pisos del Proyecto, los llamados de primera acogida. Hay cuatro pisos así, además de un quinto llamado de autonomía, para quienes ya están capacitados para llevar una vida - valga la redundancia - autónoma. En total hay 27 plazas de residencia entre estos cinco pisos y no todos acuden a la formación del centro. Mamadou, por ejemplo, es uno de los residentes que después de haberse sacado la ESA está estudiando mecánica en el Centro Diocesano de Empleo. Como él ha estado también Cisse, que estudia hostelería y tiene un cuaderno donde anota recetas de salsas riquísimas. Dice que algún día me cocinará algo, mientras tanto tiene que seguir estudiando.

Cuando se acaba el día en el centro todos salen sonrientes, saludando con la mano en alto con quienes se cruzan, despidiéndose quizás. Le pregunto a Nango cómo se dice en su idioma natal, el pular, toda esta sensación: "Weltare, pero sin tilde", me dice. Weltare significa Alegría.

¿QUÉ ES EL PROYECTO NAZARET?

Pilar Muruve es la directora del Proyecto Nazaret desde 2019. 

"El Proyecto Nazaret tiene tres patas: la residencia, el centro de formación y la parte de sensibilización"

LOS PISOS

Carmen Véliz es una de las educadoras del Proyecto Nazaret. Entre ella y la compañera Mamen coordinan y hacen el seguimiento educativo de los residentes del proyecto.

"El Proyecto Nazaret también tiene residencia. En total hay 27 plazas distribuidas en cinco pisos"

LA ENTRADA AL CENTRO

Qué es el Proyecto Nazaret
Los Pisos
Entrada al centro

Yolanda Jiménez es la administrativa del Centro Nazaret y, entre otras muchas cosas, actualmente controla las medidas protocolarias para la prevención de la Covid.19,

lAS CLASES DE ESPAÑOL

El centro no es lo que convencionalmente se conoce por grande, pero sus tres pasillos esquinados pueden convertirse en un fatigoso laberinto para quien no ha estado nunca y, sobretodo, para quien busca a Eva. Ella se encarga de coordinar la formación junto al equipo de voluntarios, además de gestionar con el Centro Diocesano de Empleo la formación de los alumnos en relación al empleo. Algo ambicioso y con buenas proyecciones para quienes forman parte del Proyecto Nazaret pero que, debido a la pandemia de la Covid.19, se ha interrumpido de momento. La formación del centro está dividida en cuatro niveles: Alfabetización, Nivel 1, Nivel 2 y Nivel 3. Hay muchos que llegan siendo analfabetos de origen y algunos ni siquiera saben coger un lápiz, relata Eva. ¡Yo no sabía lo que era una cama!, cuenta Nango riéndose. A Nango se le reconocerá fácilmente. Una cara juvenil y una sonrisa que le llega de oreja a oreja, además de que probablemente sea siempre el más alto de la reunión. En apenas un año de estancia en el Proyecto Nazaret ha pasado de Alfabetización a Nivel 2. ¡Quién pudiera aprender español tan rápido! "Ellos quieren aprender y estudiar, al final es para lo que vienen aquí", comenta Carmen, una de las educadoras del proyecto. Walid o Mohamed, en cambio, son el caso contrario. Los dos llegaron a España con el título de Bachillerato superado, pero para que les sea válido necesitan homologarlos - que incluye un pago de casi 50 euros. No obstante, explica Eva que los niveles de los títulos no son equivalentes a España. Añade: “Hay quienes llegan con títulos universitarios en sus países de origen pero aquí equivaldrían a un grado superior”. 

 

Los niveles de la formación están establecidos para que, tanto el idioma como las matemáticas, puedan ir desarrollándose paulatinamente. En Alfabetización se enseña el abecedario, los números, a escribir y a leer. Y para una comparación en tiempos verbales rápida pero precisa, Nivel 1 equivaldría al presente, Nivel 2 al pasado y Nivel 3 al futuro. “La mayoría cuando llegan saben el español del haber salido del paso, pero muchos hablan en infinitivo. Tienen que ir aprendiendo poco a poco a emplear los verbos y a construir frases ricas en vocabulario, porque el objetivo final es que salgan de aquí con buen español para labrarse un futuro”, añade Eva.

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Los contenidos están dispuestos por bloques y fue uno de los voluntarios quien se ofreció a preparar unos cuadernillos para el trabajo en las aulas. Junto a estos existe un banco de ejercicios y actividades prácticas, obra de la voluntaria Luisa. Proyector, cuadernillo en mano... ¡y a empezar! Las clases de español suelen durar tres horas, distribuyéndose el tiempo entre la lectura, el dictado, la escritura y el diálogo. “Hay quienes tienen muy buen nivel de diálogo pero no saben escribir”, explica Eva, por eso la enseñanza a cada alumno es personalizada y atendida a sus necesidades. Es curioso, porque todos llegan con la premisa del “muy difícil” y claro, por supuesto que sí, el español es difícil. Tarik es de Marruecos y lee y habla muy bien el español. Cada vez que un voluntario le dice una palabra en árabe se ríe.

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-¿Sabes cuántos años tardamos los españoles en aprender el español?, le pregunta una voluntaria.

-No - responde Tarik mientras remueve unas verduras que esperan a sofreírse.

-Tardamos casi doce años. En sexto de primaria es cuando se dan los verbos. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

-Casi un año.

-¡Pues ya has tardado menos que un español en saber lo que es el pluscuamperfecto!

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Tarik ríe y asiente.

Eva María Torres es la coordinadora de formación. 

La formación del centro está distribuida en cuatro niveles: Alfabetización, Nivel 1, Nivel 2 y Nivel 3.

Una brecha de género

Lo que sí es cierto y llama la atención es la poca cantidad de mujeres que hay en el Proyecto. Para Eva esto se explica porque, culturalmente, si alguien tiene que aprender algo será el hombre quien lo haga antes que la mujer, ya que ella tendrá primero que ocuparse de las tareas de los niños y la casa. “A las mujeres que vienen aquí hay que enseñarles a empoderarse y a que tomen sus propias decisiones. Pero también somos conscientes del salto cultural y no se les puede obligar a nada”, comenta Eva. Además, esta brecha de género parte de la premisa de que la migración es más numerosa en el género masculino que en el femenino. “Mira que tenemos demandas de personas que vienen de centros MENA...pues todos son chicos. Las chicas es como si no existieran”, concluye.

LA FORMACIÓN

La formación
Brecha género
Clases de español

Personalización de la atención

Si hay algo que distingue al Proyecto Nazaret de otros recursos sociales es la personalización de la atención. “A diferencia de otros recursos en el Proyecto Nazaret no hay un máximo de meses”, explica Pilar Muruve, la directora del proyecto. Hay quienes están semanas porque su situación se resuelve antes o quienes llevan más de un año, pero en cualquier caso la estancia en el proyecto es positiva y forma parte de una etapa más de su proyecto migratorio. “Nosotros les intentamos enseñar las habilidades para que puedan tener una buena adaptación en la sociedad receptora. Adaptarse significa que vivan su fe, su religión, su cultura, sus condiciones personales, sus gustos, sus proyectos, sus ilusiones... en el contexto donde están, en este caso Sevilla”, explica Pilar.

Personalizaion atención
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MATEMÁTICAS

A la izquierda Youcef en la pizarra durante la clase de español. Hoy están dando los usos y formas del "Tú y Usted". A la derecha, Saiba y Aboubacar en clases de Nivel 3. Hoy están dando los accidentes geográficos de España. 

Junto a las clases de español, en el centro también se enseñan matemáticas. A Blaise le entusiasman y de hecho tiene aires de un ser de ciencia. Con sus gafas concentrado engulle las operaciones, algunas de las cuales ni siquiera los voluntarios son capaces de resolver. Antes de la pandemia acudían dos días por semana varios voluntarios para dar estas clases, ahora, durante estos días calurosos de verano, los alumnos continúan con una hora de matemáticas diaria, para no perder la costumbre. Lo que se pretende con estas clases es darles las herramientas y operaciones básicas para que puedan desarrollarse en su vida cotidiana. Es decir, saber qué es una oferta del 3x2, un 15% de descuento, saber cuánto es la vuelta de algo, contabilizar facturas… Bright las matemáticas, en cambio, si no las ve mejor. Dice que son muy difíciles y, sin embargo, en menos de un mes ha aprendido a multiplicar ágilmente y a hacer divisiones. ¿Esto lo he hecho yo? Se muestra incrédulo después de realizar su primera división perfecta. Para Eva esto es muy motivador porque: “Cuando ven en ti una figura no solamente de apego y aprendizaje sino de oportunidad y de conocer algo diferente a lo que ellos han vivido es muy gratificante. Incluso estando ya fuera de Cáritas que te sigan diciendo que eres importante para ellos, eso es un chute de energía para cualquiera”. 

Matemáticas

Blaise también quiere posar y hace como si estuviese escribiendo algo en la pizarra. 

EL TALLER DE COCINA

Es la una pasada de la tarde y los alumnos del Nivel 2 recogen para volver a casa. Alfabetización y Nivel 1 han salido ya hace veinte minutos respectivamente y quienes quedan en el aula son los de Nivel 3. Al igual que las entradas, las salidas de los alumnos del centro también son escalonadas. El centro está compuesto, digamos, principalmente por tres pasillos. En el primero a la derecha se sitúan los despachos y salas de los trabajadores del centro, en el central - considérese también pasillo al espacio que hay nada más terminar las escaleras - hay una especie de descansillo y dos aulas, y en el tercero a la izquierda es donde se sitúan el resto de clases, además de los servicios. Es decir, quedaría un plano parecido a esto: 

El taller de cocina

Tarik en clases de cocina. 

PASILLO CENTRAL

COCINA

PASILLO 3

ESTO SERÍA LA ENTRADA

PASILLO 1

Pues llegada la una de la tarde comienza, desde el final del tercer pasillo, a oler de una forma maravillosa. Allí, escondida, está una amplia y bonita cocina llena de luz donde se da el “taller de cocina”. Normalmente, las clases eran dadas diariamente a cuatro o cinco alumnos, pero desde las nuevas medidas el taller ocupa los martes y jueves con dos personas.  “El taller de cocina es importante para ellos por tres cosas básicas: la integración social en la sociedad, por salida laboral y por convivencia con el resto de compañeros en los pisos”, explica Eva. Y es que es cierto que si bien la gastronomía española ocupa gran parte de la vida social, es también una oportunidad laboral para quienes deciden formarse en los cursos de hostelería, taller que se imparte en el Centro Diocesano de Empleo. “También nos dimos cuenta durante el confinamiento que tenían problemas para distribuirse un buen plan de alimentación, y algunos sobretodo con la cocina en sí”, cuenta Pilar. En los pisos tienen que convivir todos con todos y la convivencia  implica la distribución de tareas, entre las que se incluye hacer la comida. “Cada semana se ocupan por parejas de planificar y hacer la comida. Muchos de ellos no han cocinado nunca, y por eso es importante que aprendan todos a cocinar”, explica Ana, la voluntaria del taller de cocina. 

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Tarik y Zacarías, un hombre marroquí que apenas sabe hablar el español, están en la cocina junto a Ana. Zacarías está pelando patatas mientras Tarik remueve un sofrito. Ojalá se pudiese explicar cómo olía. Las clases duran, en principio, hasta las dos menos cuarto aproximadamente. 

 

-Pero depende de la comida - dice Ana mientras se ríe - El otro día hicimos un estofado y salimos a las tres de la tarde. 

-¿Y quién se come la comida? 

-¡Nosotros! - responde Tarik rápido. 

Pronto entra Nango que viene hechizado por el olor, pero cuando se da cuenta que son verduras recula hacia atrás. 

-Pues está buenísimo - le dice Ana. 

-¿Qué es?

-¡Pisto!

Seguidamente entran, ya finalizadas las clases del Nivel 3, Walid y Aboubacar con bastante apetito. 

-Hoy nos toca comer pisto - les dice Tarik. 

-Más vale que te salga bien - le responden simpáticos. 

 

Pues sí, parece que les quedó bastante rico.

"El taller de cocina es necesario por integración, por convivencia en los pisos y porque puede convertirse en una oportunidad laboral". 

CLASES DE COCINA

Tarik y Zacarías en el taller de cocina junto a la voluntaria Ana.

Cisse es un claro ejemplo de cómo la cocina puede convertirse en una oportunidad laboral. Recientemente ha finalizado la ESA y ha estado realizando el curso de hostelería en el Centro de Orientación y Empleo de Cáritas. Si la situación sanitaria lo permite, en septiembre comenzará un FP en hostelería. 

LA TAREA DE SENSIBILIZACIÓN

Al parecer José tiene en el maletero de su coche todo lo que puedas necesitar. Hasta  una colchoneta de la playa. Con una risa casi contagiosa José es quien se dedica a la parte de sensibilización del proyecto junto a varios voluntarios. “La realidad de que en nuestra sociedad hay personas migrantes no se puede esconder”, explica. Sensibilizar a nuestra sociedad de la realidad migrante es tan importante como la actitud y ganas de adaptación de ellos, más cuando desde los discursos públicos se está intentando crear una imagen negativa del migrante. “Estamos llamados a vivir en una sociedad donde todas las culturas deben de ser un aporte y no una barrera”, comenta Pilar. “Es necesario crear una sociedad de participación conjunta”, sigue José. “Hace solo dos años cuando comenzó a hablarse de Vox en los barrios se decía que no iba a pasar nada. Pero pasó y es grave. Es grave porque la gente ha perdido el pudor a decir cualquier cosa, y eso ocurre porque los discursos viscerales están respaldados por un grupo político a base de bulos y mentiras”, sentencia. Alguien cuenta en clase que la gente no es educada con ellos cuando entran en el autobús o cuando los ven por las calles, pero Blaise responde desde el fondo: “Pero nosotros somos educados, hay que ser educado pese a todo”. Uno de ellos relata sentado en una terraza de un bar que le da igual que le miren mal porque “ellos no saben nada de mi, pero he tenido que aprender a tomármelo así”. José continúa: “Detrás del derecho a la libre expresión se cometen delitos de rechazo, de exclusión y de odio”.  Y aún así, detrás del cruel panorama mantiene un discurso constructivo y positivo. “La estrategia es no ir de frente sino entender que todos formamos parte de la sociedad y hay que trabajar conjuntamente. Las posturas de integración y convivencia nos ayudarán a crecer. La alternativa solo nos llevaría a acabar muy mal”, concluye.

"Nos hace falta desmontar esa mentalidad que están intentando crear de enfrentarnos como si fueran un colectivo agresivo...cuando son gente normal como nosotros"

LA SENSIBILIZACIÓN

"UNA SOCIEDAD EN LA QUE TODOS FORMEMOS PARTE"

"HAY QUE RECONOCERLOS COMO VECINOS QUE SON"

El Proyecto Nazaret trabaja con otras entidades para la labor de sensibilización. Entre ellas, las tres más grandes y con las que se realiza un trabajo permanente son:

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SOMOS MIGRANTES: plataforma que aúna a organizaciones y particulares  que tiene el objetivo de incidencia y denuncia del colectivo migrante. 

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REDES INTERCULTURALES: agrupación de asociaciones pequeñas de migrantes que intenta construir una manera de ser diferente en los barrios, ciudades y pueblos. 

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DELEGACIÓN DIOCESANA DE MIGRACIONES: pertenece a la Iglesia y tiene el objetivo de difundir el mensaje de la integración del migrante.

LA TAREA EN LOS INSTITUTOS

La sensibilizacón

la acogida

Imagínese usted llegar a un sitio desconocido, con gente desconocida, sin entender ni dominar el idioma. Cuanto menos le sería difícil saber qué le están explicando. Quizás pueda usted rescatar algún recuerdo de algún suceso que le haya venido a su mente con esas tres premisas. Desconfianza, miedo, incertidumbre. Al fin y al cabo, usted es una persona con sentimientos que se siente en un ambiente hostil e inseguro.... Ellos también. La acogida, que es el momento en el que llega un nuevo residente al Proyecto Nazaret, se convierte en una de las partes más importantes porque “es el comienzo de una nueva etapa en sus vidas”. Para Carmen la sensación es que llegan con mucho miedo y desconfianza. “Muchos llegan sin conocer el idioma y de haber estado en otros recursos como centros de menores y CETIs, que son contextos más duros. Ellos no saben que esto es otro espacio donde sí pueden confiar”, explica Carmen.

 

A ello hay que añadirle muchas veces la historia que les ha hecho deparar en Sevilla. “Yo creo que es inimaginable para nosotros”, dice Carmen que, además, explica que a todo se le suma el derroque de las expectativas de una vida que tenían sobre Europa. “Darles la información real de lo que es esta sociedad, no solamente por las trabas administrativas y burocráticas sino también por lo que piensa una parte de la sociedad sobre ellos, es duro”. Aún así, a ella este trabajo le hace brillar los ojos: “Es muy gratificante ver cómo van recuperando la dignidad que en el proceso migratorio se ha visto mermada. Comienzan a reconocerse a ellos mismos como personas válidas, capaces y con los mismos derechos que otra persona”. El Proyecto Nazaret es, quizás para ellos, la primera vez que están en un entorno seguro donde pueden ser ellos mismos y no tienen por qué sentir “miedo por su integridad física y psicológica”.

 

Para Toñi, la responsable del voluntariado, que ha realizado la mayoría de las acogidas durante este año, dice que su labor es hacerles ver que no están solos. “Nuestro papel es darles cariño, darles la bienvenida y acogerlos en una nueva etapa de su vida”, relata. 

 

Hoy Toñi ha ido a dar clases de español a Nivel 3. Al salir de la clase dice con bastante orgullo: “A todos ellos les hice la acogida yo, mira qué bien y qué contentos están”.

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Arriba la voluntaria Toñi en clases de Nivel 3. Abajo Nango y Aissa durante un descanso. 

"La acogida es la primera toma de contacto con el proyecto"

La educadora Carmen Véliz hablando sobre el proceso de la acogida.

La acogida

EL VOLUNTARIADO

El voluntariado es uno de los pilares más importantes del Proyecto. En general suele haber entre 35 y 40 voluntarios que se reparten entre las tareas de formación, sensibilización, cocina y acompañamiento. “Los voluntarios de acompañamiento básicamente lo que hacen es acompañar a los chicos a realizar las gestiones, ir al médico…” explica Toñi, que dice también, se está intentando crear un grupo de voluntarios específicos para realizar las acogidas. “La labor del voluntario es muy importante, en general los voluntarios están muy comprometidos con el Proyecto y aquí se nos quiere mucho”, comenta. El voluntario es partícipe directo del Proyecto. Para ello, además, se ha creado el llamado Grupo Motor, un grupo de voluntarios junto a la directora y la coordinadora de formación que sirve de enlace entre los voluntarios y el equipo técnico. Además, explica Toñi: “Creemos que es importante que el voluntario se sienta acogido y tenga su papel en el Proyecto Nazaret. Que sienta que forma parte de todo esto”. Lo cierto es que algo tendrá de especial este proyecto para que los voluntarios repitan año tras año. “Hay voluntarios que llevan aquí seis...siete años...Incluso quienes han hecho prácticas después han venido como voluntarios, y una de nuestras compañeras voluntarias antes fue trabajadora del mismo Proyecto”, relata Toñi, y continúa: “Yo siempre digo que vengan a probar un día y luego decidan...y al final siempre terminan quedándose”. Aunque también explica que no todas las personas valen para hacer el voluntariado. “Esto no es una terapia para hacerse sentir mejor a uno mismo, hay que tener un compromiso y saber muy bien dónde estamos y con quién estamos”, comenta. Para entrar como voluntario en el Proyecto Nazaret se hace por dos vías: a través del voluntariado general de Cáritas Diocesana de Sevilla que, entre sus muchos proyectos, quedarían derivados al Proyecto Nazaret o particularmente yendo al centro y manteniendo una entrevista con la coordinadora.

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“Es muy gratificante estar en un sitio así, los ves crecer y además sientes que ellos te están agradecidos por el tiempo que pasas allí”, relata Mila, una de las voluntarias que lleva ya dos años.  Toñi explica que: “El vínculo que se establece es muy bonito, algunos nos llaman “Madre” porque para ellos es una palabra de respeto y cariño, y con los voluntarios jóvenes también se establecen vínculos porque son prácticamente de la misma edad, algunos incluso salen con ellos fuera del centro para hacer planes”. 

 

Para Pablo, un joven que se despide del voluntariado por temas de formación, explica que: “Ha sido un año increíble, ha sido como formar parte de una familia”. Los chicos de Nivel 2, con quienes más ha compartido clases, dicen que claro, que le echarán mucho de menos.

¿EN QUÉ CONSISTE EL VOLUNTARIADO?

¿Qué otros voluntariados se pueden hacer con Cáritas?

Pablo y Bright en clases de español.

El voluntariado
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Nango en clases de español. Al fondo, de izquierda a derecha, Aissa, Tarik, Habiba y Youcef.

EL CONFINAMIENTO

EL CONFINAMIENTO EN LOS PISOS

LA NECESIDAD DE INSTALAR WIFI

Dice Carmen que ha aprendido mucho de los chicos durante estos meses. Nadie está preparado para una pandemia mundial; para la pausa, a veces sempiterna, de la vida. “El estar en contacto con personas que ya viven diariamente lejos de su familia y que han hecho sacrificios muy fuertes te ayuda a entenderlos mejor. Con diferencia de los roles de cada uno salen a la luz situaciones que nos hacen reafirmar que somos iguales”, explica Carmen que, pese a todo, ha continuado trabajando durante los meses del Estado de Alarma: el centro de formación se vio obligado a cerrar las aulas pero el trabajo y seguimiento del Proyecto continuaron

 

Las situaciones que ha traído la pandemia de la Covid.19 han sido muy variables según para quienes. En el Proyecto Nazaret lo primero que se hizo fue centralizar todo el trabajo desde el centro de formación, al que solamente acudían la directora Pilar y la administrativa Yolanda, además de continuar la formación desde la distancia. Para Eva, coordinar todo el trabajo de formación mediante vía telemática ha sido tan parecido cómo entrar en aquel laberinto embrujado de Alicia. Los cuadernillos pasaron a un segundo plano para continuar el trabajo mediante fichas y actividades que le mandaban los voluntarios. Aquellas eran destinadas de manera personalizada e individualizada según la persona; es decir, una ficha de lectura del voluntario Azul y una de frases del voluntario Gris irían, por ejemplo, a Youcef mientras que Aissa recibiría la ficha de lectura de Azul pero la ficha de frases de Amarillo. “Todas las fichas se imprimían desde el centro y las educadoras de referencia de los pisos eran quienes las acercaban”. Luego, la devolución le llegaba a Eva vía telemática, que a su vez devolvía a los voluntarios las correspondientes fichas para la corrección y seguimiento de los alumnos. “Ha sido complicado, pero ellos han respondido muy bien. Con quienes eran de otros recursos, como Ozanam, se les enviaba las fichas por Whatsapp y han estado muy agradecidos”, comenta Eva. Además, para quienes están en Alfabetización se consiguieron hacer rondas de llamadas telefónicas con los voluntarios Gloria y Antonio - recientemente fallecido cuya sorpresiva pérdida ha dejado un hueco muy grande en el Proyecto Nazaret -, algo que los chicos agradecieron mucho pues realizaban lecturas y mantenían conversaciones con ellos.

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El día 8 de junio el centro de formación volvió a abrir las aulas. Pero si antes de marzo había casi 60 plazas ocupadas, durante estos meses de verano y - por ahora - hasta septiembre han quedado reducidas a 32. Primero se mantuvieron las plazas de formación de los residentes y a partir de ahí se les dio prioridad a quienes, viniendo de casas de segunda acogida, tenían más dificultades en el idioma. “Siempre sabiendo que estaban controlados y cuál era su círculo de movimiento”, explica Eva. Por otro lado, los particulares cayeron por sus propias circunstancias; sobretodo las mujeres ya que “se tenían que quedar en casa cuidando a sus hijos”. Así, las tres horas diarias de español se redujeron a dos, que se han complementado con una hora de matemáticas diaria en vez de dos días a la semana. Dentro del aula los alumnos y voluntarios tienen que dar las clases con mascarillas, además de que los alumnos tienen sus asientos fijos e irremplazables. “De que en los próximos meses podamos continuar la formación dependemos de las medidas que tome el Gobierno. De momento nosotros podemos continuar, pero los chicos y chicas que entran ahora en los FP o en la ESA… ahí tendremos que ver cómo avanza todo”, termina Eva.

Lo mismo ocurre con el tema de las compras. Ahora, los lunes tienen que llegar con la lista de la compra para dársela a Yolanda, quien se encarga de hacer los pedidos de las compra. “Desde que se impuso el confinamiento se gestionó todo el tema de compras desde el centro. Luego las educadoras lo acercaban a los pisos, solamente podían ir ellas”, cuenta Yolanda. “Estamos tomando todas las medidas posibles, y entre ellas está que no vayan a comprar al supermercado, por ahora”, explica Pilar. De esta forma los martes llegan las frutas y verduras y los miércoles el resto de productos y alimentos.

LAS MEDIDAS DESPUÉS DEL CONFINAMIENTO

El confinamiento
Medidas desps confi
La realidad social

LA REALIDAD SOCIAL

Si ahora mismo hay que pasar por Yolanda para poder acceder físicamente al centro de formación, metafóricamente también hay que hacerlo para todo. La tarea de la persona administrativa del proyecto es, cuanto menos, extendida. Por Yolanda pasan todas las llamadas que entran al Proyecto; si son de personas españolas Yolanda las deriva a Servicios Generales de Cáritas y si son de personas migrantes caben, generalmente, tres posibilidades: una cita con los servicios jurídicos que son gratuitos (también para las personas nacionales), una solicitud de residencia o una solicitud de formación; las cuales se derivan a los trabajadores sociales. En el transcurso de una hora en una mañana cualquiera de agosto, a Yolanda le  han entrado seis llamadas pidiendo algún tipo de ayuda. “Antes del confinamiento recibíamos mucha demanda de formación, pero desde que se decretó el Estado de Alarma nos llegan muchas demandas de ayuda económica, que gestionamos junto al fondo diocesano”. 

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Y si ya la situación del confinamiento per se era complicada, durante el mes de mayo la Junta de Andalucía anunció el cierre de casi 400 plazas de los centro de menores no acompañados (MENA), algo que para Pilar tenía poco sentido pues “si ya de por sí los dispositivos son escasos no se deberían reducir, sino ampliar”. Y pese a que finalmente, junto a la ayuda del Defensor del Pueblo Andaluz, se logró detener este recorte de plazas, las demandas de chicos MENA no paran de llegar al Proyecto: “A veces nos llaman diciendo que salen mañana o en durante los próximos días. Supuestamente el Estado tiene unos dispositivos puente, así se llaman, para quienes salen de los centros MENA hasta que llegan a otros recursos”, cuenta Pilar. Aunque la realidad, a efectos prácticos, es otra: “Se quedan en la calle y es en la calle”.  

 

Por otro lado, a finales de mayo el Gobierno de España aprobaba un Real-Decreto ley histórico que ponía en marcha una nueva prestación de la Seguridad Social, el Ingreso Mínimo Vital (IMV) pero que, una vez más, deja excluida a una parte de la realidad social. “El problema es que el Estado vincula la documentación a todo, y a partir de ahí se genera la exclusión social a estas personas porque no pueden acceder a nada ”, explica Pilar. No obstante, apunta que en España, las personas migrantes no documentadas sí tienen derecho a la enseñanza básica y a una asistencia sanitaria primaria, pero económicamente no hay alternativas. El requisito mínimo para recibir el IMV es tener un año de residencia en España, pero para eso la odisea es bastante grande. “Es la cancioncita…paciencia, paciencia, ánimo, ánimo...Sí, sí. Yo espero pero, ¿hasta cuándo?”, dice Cisse.

Yolanda es la administrativa del centro. Por ella pasan todas las llamadas de solicitudes y demandas que llegan al Proyecto Nazaret. Además, es quien se encarga también de controlar los gastos de los pisos, las recargas de los móviles y de los bonobuses; entre otras muchas tareas.

¿CÓMO HA SIDO LA SITUACIÓN DE DEMANDA DE AYUDA SOCIAL?

¿Cómo se consigue la documentación en España?

Para lograr la documentación en España existen dos vías: el asilo o el arraigo social. El derecho a asilo es un derecho recogido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y queda reconocido por la Unión Europea y por la propia Constitución española. Para llegar a él hay que demostrar que la persona viene huyendo de su país por cuestiones que ponen en riesgo su vida: persecuciones, guerras… El año pasado España recibió 118.264 solicitudes de protección internacional, de las cuales solamente se resolvieron un 5,2%. “Es un proceso que puede durar un mes o años”, comenta Sonia, una de las abogadas del centro. Mientras tanto todo va por documentos de colores y con una duración de seis meses renovables: la blanca no autoriza a trabajar y la tarjeta roja con la que sí se puede trabajar. “Con estos documentos no se consigue el asilo, pero por lo menos quedan recogidos y no pueden ser devueltos. Esto continúa así hasta que los llaman y se resuelve la situación”, dice Sonia. Por otro lado, la documentación se puede conseguir mediante el arraigo, ello implica demostrar mediante documentos públicos (empadronamiento, tarjeta sanitaria…) la estancia en España durante tres años junto a un contrato laboral de un año a jornada completa con el salario mínimo. “Además, el empleador o la empresa no puede tener ninguna deuda con la Seguridad Social ni con Hacienda, y al solicitante se le exige el pasaporte y el certificado de delitos penales en su país”, comenta Sonia.  Y claro, todo ello es complicado porque, a día de hoy, ¿existe un puesto de trabajo con salario mínimo de un año de duración a jornada completa?

Ayudas socal

De esta forma el papel de la Administración queda comparado con una cometa pilotada por un niño recién iniciadas las vacaciones: no sabe a dónde va y, seguramente, sin la ayuda de un adulto no podría volar. Aquí los adultos parecen ser los recursos sociales y, con todo su merecido y alabado reconocimiento, los voluntarios. Ahora deténgase un segundo a pensar qué sería de todos los colectivos minoritarios sin el trabajo de los voluntarios.

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Mejor no, no lo piense.

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Nosotros no podemos sustituir el deber que tiene el Estado con las personas en riesgo de exclusión social. El voluntariado, en general, está haciendo una labor fundamental que no está haciendo la Administración”, cuenta Toñi que lleva ya tres años dentro del Proyecto Nazaret y, dice, le ha cambiado la vida. 

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